Una migración digital: Cómo la pandemia ha lanzado a América Latina al criptoverso
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Incluso antes de que una pandemia mundial trajera un cataclismo de cambio y agitación a todos los rincones del planeta, América Latina se enfrentaba a retos políticos, sociales y económicos que se hicieron aún más evidentes cuando el COVID-19 sacudió la región. Pero aunque las protestas y la agitación caracterizaron la vida política, también actuaron otras fuerzas transformadoras, como el auge de la tecnología. Para América Latina, que cuenta con el mayor número de usuarios de Internet per cápita del mundo, el avance tecnológico se vio acelerado por la pandemia. De la noche a la mañana, Internet, que ya empezaba a sustituir a los comercios tradicionales, se convirtió en un espacio alternativo para el ocio, las compras, la comunicación, la inversión y la innovación. Con esta migración a Internet llegó la dependencia de las redes sociales para la información y la comunicación, y la adopción de criptomonedas para las transacciones financieras. El paso a las criptomonedas, el Internet del dinero, ha desencadenado una nueva era potencial de libertad económica.
Del mismo modo que Internet democratizó la creación y distribución de contenidos, las criptomonedas están democratizando la creación y distribución de productos financieros. Esto está dando lugar tanto a un mayor acceso a los servicios financieros existentes como a una explosión de nuevos instrumentos financieros. El resultado es un sistema financiero global más abierto, eficiente e interconectado. La dueña de una tienda en Argentina puede proteger sus ahorros de la hiperinflación comprando monedas digitales estables que devengan intereses directamente desde su smartphone. Un trabajador inmigrante en Estados Unidos puede enviar dinero a su familia en México por una fracción del coste actual. Una adolescente brasileña empezará a ahorrar antes monetizando sus activos digitales en el juego.
Pero todo el poder y las promesas de este nuevo sistema financiero van acompañados de riesgos sistémicos derivados de agentes ilícitos. Las criptomonedas, como cualquier instrumento financiero, pueden ser explotadas. Pueden utilizarse para eludir sanciones y blanquear fondos. Los ciberdelincuentes pueden desarrollar su propio software e intercambios, desencadenar estafas de inversión, operar mercados darknet, fijar tokens al valor que deseen e incluso crear protocolos blockchain. Esto no sólo afecta a la forma en que las organizaciones delictivas transnacionales tradicionales navegan por el sistema financiero, sino que descentraliza la actividad delictiva y abre vías para que los individuos y los pequeños sindicatos tengan un impacto desproporcionado. Si el territorio es Internet, hay mucho más espacio para que los delincuentes desplieguen ataques selectivos.
Este documento analiza la migración en línea de América Latina, el poder y la promesa de un sistema financiero descentralizado sin permisos en una región caracterizada por la hiperinflación y la inestabilidad, y el uso de criptomonedas y medios sociales por parte de actores ilícitos que buscan sacar provecho de un panorama en rápida evolución.
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